Os invitamos a una zona del Pirineo aragonés con mucha
historia. En el valle del Alto Aragón, al norte de Jaca, en la comarca
aragonesa de La Jacetania, se encuentra la Estación Internacional de Canfranc. Este valle es conocido por las estaciones de esquí de Astún y Candanchú.
Estación Internacional de Canfranc
Hoy
vamos a comentar una ruta que recorre el barranco de Estiviellas. Este barranco fue y continúa siendo una amenaza
durante época invernal para la Estación Internacional y el pueblo de
Canfranc-Estación.
La Estación Internacional de Canfranc es una estación de
ferrocarril que fue inaugurada el 18 de julio de 1928 por el rey Alfonso XIII.
El objetivo de la estación era crear un paso fronterizo para atravesar los Pirineos por su parte central, y abrir una nueva vía de comunicación con Francia.
La estación se sitúa en el fondo de un valle amenazada por
poderosos torrentes y frecuentes aludes. Veintidós años antes de inaugurar la
estación fue necesario llevar a cabo un plan de obras defensivas cuyo coste
superó al de la propia estación y al de todas sus instalaciones auxiliares.
Estación Internacional de Canfranc bajo los barrancos de Epifanio y Cargates
Estos trabajos hidrológico-forestales y de prevención de
aludes fueron los más importantes realizados en el pirineo español.
Sucesivos diques a lo largo de la garganta del Estiviellas
A pesar de los grandes esfuerzos realizados en la zona para
defender la Estación Internacional de los destructores aludes, éstos se han
aproximado a la estación en varias ocasiones, siendo la última vez el 2 de
febrero de 1986, cuando un alud del barranco de Estiviellas, bajó llevándose a
su paso dos enormes diques y penetrando en el interior de la iglesia.
Foto obtenida de internet. El alud del barranco de Estiviellas llegó hasta la iglesia.
Foto obtenida de internet. Interior de la nave de la iglesia
Después de esta pequeña introducción del contexto histórico de Canfranc, empezamos a describir la ruta de hoy.
Track de la ruta
Puedes descargar el track desde aquí.
El GPS a veces se "despista" dentro del bosque y tiene poca precisión, pero el camino no tiene pérdida.
Recomendamos no hacer el camino en invierno-primavera, por la exposición de aludes que ello conlleva.
La ruta empieza justo detrás del ayuntamiento, donde encontramos una pista forestal, giramos a la izquierda, y en 20 o 30 metros se ve el cartel que indica el camino que tenemos que coger.
Cartel que señaliza el camino.
El cartel indica 2 h y 30 min, pero se sube en mucho menos tiempo. En 1h 45 min o menos llegamos a la olla de Estiviellas, sin correr. El camino es muy muy fácil. Debido a las enormes obras que hicieron hace un siglo, se creó una red de caminos muy buena ya que todos los materiales los subían con caballería. Como resultado tenemos un camino que salva un gran desnivel, pero no tiene casi pendiente.
Vivero de Secras
Después de un rato andando, nos encontramos con las ruinas del vivero de Secras, a una altitud de 1580 m.
Era un vivero volante, es decir, un vivero a pie de monte cuya vida útil fue hasta que se terminó de realizar la repoblación forestal.
A principios del siglo pasado las laderas de este valle estaban descubiertas de vegetación. Debido a los trabajos realizados por los Ingenieros de Montes, se realizaron las estructuras defensivas y también se reforestó con diferentes especies arbóreas, para cubrir las empinadas laderas con un denso bosque que que sirva de anclaje y estabilice el manto de nieve. Se utilizaron algunas especies alóctonas (no naturales de los pirineos), como son la pícea y el alerce.
Pero más arriba del límite de la vegetación, donde la repoblación no es posible, son los muretes y diques los encargados de mantener a raya a la nieve.
Seguimos subiendo, y hay una zona del camino donde cruzamos un bosque de píceas, que tiene una excesiva densidad.
Bosque de píceas con muchos derribos
Debido a la excesiva densidad, los árboles son muy esbeltos (altos y delgados) y sufren grandes derribos (por nieve y viento). Además podemos ver muy bien el fenómeno de la poda natural, al ver las ramas secas de las partes bajas de los troncos, por no llegar la luz hasta esa zona.
Bosque de píceas
Seguimos subiendo y en un rato, sobre la cota 1.700 m empezamos a ver los primeros muretes.
Primeros muretes y Canfranc-Estación abajo.
Ahora toca un rato de llaneo, y pronto llegamos a la base de la Olla de Estiviellas. Allí el bosque se termina, y podemos contemplar toda la cuenca.
Picos de Los Lecherines, desde la base de la Olla.
Si miramos hacia abajo, cerrando la Olla de Estiviellas encontramos un dique en ruinas. Este dique debe medir unos 40 metros de longitud, y un grosor de piedra de unos 2 m. Lo sorprendente es que fue destruido por el alud de 1986. Imaginaos la fuerza de ese alud...
Dique destruido por el alud de 1986
Continuamos subiendo para llegar bajo Los Lecherines.
En mitad de la Olla de Estiviellas
Diques y puentes de nieve
Se puede ver el recorrido del alud por los árboles dañados
Por fin llegamos a la zona más alta de la cuenca, donde vamos a realizar unas mediciones en las obras. Las vistas son espectaculares.
Desde ahí arriba tenemos una vista privilegiada del Midi d'Ossau y de la Canal Roya.
Midi d'Ossau y Canal Roya
En lo más alto de la cuenca encontramos unas redes de acero, colocadas con el objetivo de sujetar la nieve y que ésta no se ponga en movimiento. Pero esas redes están colocadas bajo el macizo rocoso de Los Lecherines, por donde caen piedras y rocas de importante tamaño. Esas piedras han tirado y roto las redes en dos ocasiones.
Después de ver esta zona de la olla, recorremos toda la cuenca por un camino llano, paralelo a las curvas de nivel.
Las redes están situadas bajo los neveros que vemos en la foto. Esa es la zona más peligrosa de la cuenca, y de donde se desencadenó el alud de 1986.
Iniciamos el descenso al valle por el otro camino, que discurre junto a la garganta. Entramos de nuevo en el denso bosque, y entre claro y claro aparece la Estación Internacional muchos metros más abajo.
Estación de Canfranc
El camino, al igual que él de subida, no tiene casi pendiente y muchísimas zetas.
Paula bajando
El camino pasa junto a los diques de la garganta. El más espectacular es el que está bajo un gran salto de agua.
Cascada
Encima del salto de agua está el dique destruido, y justo debajo, donde se toma la foto anterior, el dique que mostramos en la siguiente fotografía. Podemos ver el dique lleno de árboles muertos, arrastrados por aludes de inviernos pasados.
Dique vacío
El mismo dique visto desde aguas abajo
El mismo dique visto desde detrás de la iglesia.
3º dique de la garganta
Encima del 3º dique. Lo medimos con cinta métrica. 74 m de longitud y 4 m de grosor.
3º dique de la garganta
Encima del 3º dique. Lo medimos con cinta métrica. 74 m de longitud y 4 m de grosor.
Todo el recorrido son unos 15 km, y 800-900 metros de desnivel, pero de poca dificultad.
Después de realizar la excursión, si os interesa el tema de los aludes, recomendamos la visita de A LURTE, centro pirenaico de referencia para la gestión de riesgos en montaña, donde os podrán explicar mejor todo lo que hemos comentado en este blog y muchísimo más.
¡¡Nos vemos en el monte!!
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